domingo, 27 de marzo de 2011

Una cucharada de heroísmo con dos gotas de miseria


La crisis nuclear y las revueltas en el norte de África colapsan la agenda mediática

En estos días en que la noticia sólo es noticia si es espectáculo, las catástrofes naturales son el mayor regalo para la industria periodística. Ya sabemos desde hace tiempo que lo importante es vender, obtener beneficios y si, además, se contribuye a una mejora social, bienvenido sea. La agenda mediática ha estado protagonizada principalmente por dos acontecimientos: por un lado, el desastre nuclear provocado por el tsunami en Japón y, por otro lado, la intervención de la OTAN en Libia.

La actitud de los media, así como de la opinión pública, han sido el reflejo exacto de cómo funcionamos en Occidente. Primero, se espera a que las noticias lleguen; segundo, la noticia llega condimentada con un toque de heroísmo y miseria; tercero, saboreamos esa exquisita receta y la escupimos reproduciendo argumentos apocalípticos  y un tanto insensatos para contagiar a todo aquél que no haya querido probar el amargo sabor del desastre; y, por último, volvemos a sentarnos esperando que llegue la nueva noticia. ¿Y aún se preguntan por qué vivimos en un mundo tan gris?

Muchos han destacado, en contraposición a la histeria occidental, el papel sosegado y tranquilizador de los medios japoneses que han sabido llevar la crisis nuclear de la manera más sana. Las alabanzas al modelo asiático de comunicación y de manejo de las situaciones catastróficas de la semana pasada han amainado. Ahora, con la noticia de las nuevas mediciones de radiación, se ha vuelto a poner en duda si esa calma que ha intentado acallar las voces que hablaban de grandes desastres no habrán cometido el mismo error que en Chernóbil. Los resultados reales sólo se sabrán a largo plazo, quizá en 20 años. Una vez más, el ser humano demuestra la incapacidad de aprender de los errores del pasado.

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